Pop-up oversættelse til side 30-32

He vuelto a ver a don Cornelio muchas veces. Nos encontramos en la calle y charlamos largamente. Por él supe esta historia y me autorizó para contarla a mi vez. Ha cambiado mucho, sin embargo. Yo diría que es un hombre diferente. Ya no usa el traje gris con catorce bolsillos, sino un delantal de muchos colores y un sombrero de pajilla con dos plumas de faisán. En invierno se abriga con su antigua bufanda, ahora amorosamente bordada de flores. Me contó que al dejar la Notaría encontró su verdadera vocación, que no era copiar documentos en el fondo de una sala polvorienta, sino andar por la calle silbando, conversar con la gente, cultivar la amistad del Loco en la plaza y alimentar con galletas de avena a las palomas, a los ratones y a otras bestias menores. Como siempre hay que ganarse la vida, combinó su necesidad con una ocupación adecuada: se hizo heladero en verano y vendedor de castañas calientes en invierno.
Don Cornelio pasa por mi calle empujando su carrito y silbando como un mirlo desentonado. Los niños lo conocen y cuando lo escuchan dejan libros y juguetes para correr a su encuentro. A veces lo siguen las palomas. Durante todo el día reparte su mercancía y en las tardes, cuando está cansado, regresa a su casa, donde la anciana del moño

31.
florido y zapatos ortopédicos lo espera junto a Fantasía.
Con la Gorda de Porcelana han vuelto a hacer los viajes increíbles, se meten bajo la tierra, vuelan como aeroplanos, nadan en todos los mares y se introducen en los libros para correr aventuras inolvidables.
Ella no lo puede acompañar por las calles vendiendo helados o castañas, porque excitaría la atención de los transeúntes, pero su espíritu lo acompaña siempre. Gracias a ella, el pasado gris de escribiente es sólo un recuerdo lejano y hoy don Cornelio es un hombre vestido de muchos colores. Tal como dijo el anticuario, Fantasía le cambió la vida.

32.
¡Ah! Olvidaba algo importante: don Cornelio no ha perdido su puntualidad y cada vez que pasa por mi calle y oigo su silbido, sé que son exactamente las cuatro y quince minutos...